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Uruguay sumergido: un mundo de color y misterio

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Publicado el 10/09/2025 a las 20:00 por Bruna Telles

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Durante años escuchamos que nuestro país era un país sin color, donde predominaban los grises y verdes de la penillanura semiondulada, y los animales se mimetizaban con esos tonos como un acto silencioso de supervivencia. El color estaba en los cielos, en los ríos y en los pájaros pintados. Uruguay era reconocido por esas aves que surcaban los cielos y los bañados con plumas de colores llamativos al lado de los verdes y grises del paisaje terrestre. Por eso y por los atardeceres que incendiaban la campiña de un modo que nadie olvidaba, y ni hablar de los atardeceres mirando el río o el mar. El agua tiene ese misterio que al menos a mí, me fascina.

Hoy, gracias a la expedición Uruguay Sub200, comenzamos a mirar hacia abajo, hacia el mar, esa gran acumulación de agua que provoca respeto, admiración y un poco de miedo. Desde mi lugar de ciudadana común y corriente, confieso que sé poco de ciencia y mucho de asombro. No hablo con la autoridad de un investigador, sino con la fascinación de quien observa un paisaje desconocido y se pregunta qué secretos guarda.

El fondo del mar uruguayo, hasta hace poco, era un territorio invisible, un mundo paralelo con sus propios colores, formas y silencios. Predominan los azules profundos, los verdes esmeralda y los ocres tenues, con destellos rojizos, violetas y naranjas que surgen en cada criatura que se deja ver. Las estrellas de mar se esparcen sobre la arena como un cielo invertido, un reflejo de lo que ocurre arriba, y recuerdan la frase antigua de “como es arriba, es abajo”. Se sienten infinitas, puntitos de luz que parecen guiar el camino del explorador hacia un universo secreto.

Los pulpos danzantes despliegan sus tentáculos con una gracia que parecería ensayada para un escenario del Ballet Nacional del Sodre. Se mueven entre las rocas con precisión y ligereza, transformando la penumbra en espectáculo silencioso. A veces sus brazos se extienden, se enrollan, giran, como si fueran un ritual coreográfico que sólo ellos conocen. Y mientras los observamos desde el visor de los robots exploradores, sentimos que la línea entre lo real y lo fantástico se vuelve borrosa, y que el mar tiene su propia poesía.

Medusas traslúcidas flotan en la columna de agua, luminosas y etéreas, recordándonos que la superficie también está llena de vida que merece respeto. Peces de colores imposibles atraviesan el agua como pinceladas en movimiento, y cada gesto, cada desplazamiento, nos habla de un ecosistema complejo, delicado y asombroso. Todo esto nos recuerda que conocer implica también cuidar, que la belleza no es solo contemplativa, sino también una responsabilidad.

Cuidar las costas, las playas y el ambiente significa permitir que todos esos animales, los que habitan sin que los veamos y los que nos encontramos en la superficie, puedan vivir tranquilos. Significa hacer turismo responsable, respetar los espacios naturales, dejar la arena como la encontramos, y recordar que los extraños somos nosotros, no ellos. Cada visita a la playa, cada paseo por la costa, es un recordatorio de que compartimos este territorio con seres que tienen su propio tiempo, su propio ritmo y su propia manera de existir.

La expedición Uruguay Sub200 nos ofrece un lente hacia un Uruguay desconocido, lleno de color, movimiento y misterio. Nos invita a maravillarnos, a aprender y a sentir que nuestra relación con el mar es una conversación constante, un equilibrio entre asombro y respeto, curiosidad y cuidado. Es también una lección sobre humildad: por mucho que exploremos, siempre habrá más por descubrir, más secretos que el océano guarda en silencio.

Porque en ese mar profundo, como en la vida misma, descubrir significa asumir la responsabilidad de preservar lo que nos rodea, de ser más amables y conscientes entre nosotros, y de maravillarnos sin invadir. Nos recuerda que la naturaleza no está hecha para el espectáculo del humano, sino que existe con sus propias leyes y belleza, y que nuestro asombro tiene que aprender a ser contemplación y cuidado.

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