¿Naturaleza del futuro o futuro de la naturaleza?
Publicado el 13/06/2025 a las 16:00 por Gabriel Bengoechea
No tenes que escapar a una cabaña alejada para respirar aire puro, ni escaparte a una reserva natural para volver a sentirte vivo. No. Estás en tu casa, en tu apartamento, en el medio de la ciudad… y todo a tu alrededor late como un bosque.
Tu silla no fue construida: creció. Tus muebles no se ensamblaron en una fábrica; fueron cultivados, diseñados desde su semilla para tomar forma de sillón, de escritorio, de repisa. No son objetos muertos, son organismos vivos, silenciosos, pero atentos.
La lámpara sobre tu mesa no emite luz eléctrica, sino una tenue y mágica bioluminiscencia: una planta, modificada para brillar como lo hacen ciertos hongos o criaturas del mar. Ilumina sin consumo, sin cables, sin calor.
Tu hogar no se decora con naturaleza: es naturaleza.
El renacer del vínculo humano-naturaleza
Durante siglos, construimos nuestras ciudades como si fueran lo opuesto a lo natural. Como si la evolución fuera sinónimo de cemento, plástico y pantallas. Pero el estrés crónico, la contaminación, la desconexión emocional… nos están pasando factura.
Estudios científicos ya lo dicen con claridad: interactuar con materiales naturales reduce la ansiedad, baja la presión arterial y mejora nuestra salud mental. No es casualidad que cada vez más oficinas incorporen “green walls” o techos verdes.
Pero, ¿y si damos un paso más allá?
Tecnología viva: cuando lo natural se vuelve inteligente
Las plantas del futuro no solo van a decorar o relajar. Van a interactuar con vos. Imaginá una red de sensores biológicos integrada en el jardín vertical de tu casa, capaz de leer la calidad del aire, detectar compuestos tóxicos y hasta alertarte de problemas en tiempo real.
¿Y si almacenaran recuerdos? Científicos ya han logrado codificar información en el ADN. ¿Qué tal si una planta heredada por generaciones guarda en su genoma fragmentos de tu historia familiar, cartas, fotos, registros? Un árbol que crece junto a vos y que literalmente recuerda.
¿Y si tus plantas también te cuidan? Algunas especies podrían ser diseñadas para repeler naturalmente mosquitos transmisores de enfermedades como el dengue o la chikungunya. Esto no es solo una innovación ecológica: es una medida de salud pública, especialmente para las regiones más vulnerables.
El internet de las cosas… con raíces
En este futuro, el internet de las cosas se mezcla con la biología. Sensores conectados a través de redes vegetales. Plantas que “hablan” con tu hogar: ajustan la humedad, liberan aromas relajantes, emiten señales cuando necesitan agua, o cuando vos necesitás una pausa.
La tecnología se camufla. No desaparece, pero se vuelve invisible. Se integra a lo vivo.
No se trata de retroceder. Se trata de evolucionar distinto.
No queremos volver a las cavernas ni vivir en árboles. Queremos un futuro donde la naturaleza no sea lo que visitamos el fin de semana, sino lo que habitualmente nos habita.
Un futuro donde no haya contradicción entre vivir conectado y vivir en contacto con lo vivo.
Un futuro donde en Las Piedras, en Rivera, en Canelones o en Montevideo, los niños crezcan viendo cómo florece su casa, sintiendo que la tecnología no los aleja del mundo, sino que los reconcilia con él.
¿Naturaleza del futuro… o futuro de la naturaleza?
Volviendo al título que es una pregunta provocadora, pero necesaria. Porque el modo en que respondamos ahora, como sociedad, determinará si el futuro será solo una extensión del cemento… o una oportunidad de volver a florecer con inteligencia, diseño y respeto.
Quizás no estemos tan lejos.
Quizás ya esté creciendo.
