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Tiempo: El regalo que no se compra

Publicado el 25/11/2025 a las 17:46 · por Pionero Este usuario se registró antes del 24/11/2025. Bruna Telles · 2 min de lectura

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Tiempo: el regalo que no se compra

En un mundo totalmente ganado y engañado por el consumismo parece que cuanto más tenemos, más necesitamos. El último teléfono, las zapatillas que todos lucen en redes, una televisión más grande, comidas que llegan a nuestra puerta con un clic. Hasta el ocio se volvió planificable: pasamos meses para conseguir una entrada a un concierto o a un espectáculo como si la felicidad dependiera de reservar un lugar, como si los instantes valiosos se pudieran comprar.

Pero cuándo fue la última vez que miraste a alguien a los ojos y tuviste una charla profunda, de esas que dejan marcas invisibles en la memoria. Cuándo te detuviste a observar el mar, el campo, las abejas en su trabajo paciente, el sonido de los pájaros al amanecer. Cuánto tiempo hace que simplemente existís sin mirar el reloj, sin comparar tu vida con la de otros, sin medir tus logros con likes o seguidores.

Nos venden la idea de progreso constante, la meritocracia como bandera. Nos dicen que tenemos que despertar a las cinco de la mañana, cumplir rutinas imposibles, alcanzar metas que nos hacen sentir insuficientes si no las logramos. Nos dicen que caer en la mediocridad es inevitable si no consumimos, si no nos mostramos, si no nos comparamos. Todo mientras nuestro tiempo, nuestro verdadero tiempo, se escapa entre notificaciones, scrolls interminables y promesas de felicidad empaquetada en videos de TikTok.

El tiempo no se puede comprar. Ni el dinero, ni la fama, ni los objetos más lujosos pueden reemplazarlo. Lo más valioso que podemos regalar hoy no es un objeto, un viaje planificado ni un capricho. Es nuestra presencia, nuestro instante. Regalar tiempo es detenerse, escuchar, acompañar, mirar, aprender, sentir. Es invertir en conversaciones que no se olvidan, en silencios que no incomodan, en risas compartidas que no caben en ninguna red social.

Quizá si logramos recordarlo empezaremos a medir la vida en momentos y no en cosas, en miradas y gestos, en abrazos que no se pueden etiquetar. Quizá dejaremos de creer que solo somos valiosos si cumplimos rutinas ajenas y aprenderemos que el progreso real no está en la productividad impuesta sino en la capacidad de ser humanos, de regalar nuestro tiempo sin pedir nada a cambio, de mirar y escuchar con atención, de vivir despacio en medio del ruido del mundo.

Mientras todo se puede comprar el tiempo que damos a otro sigue siendo el regalo más difícil de encontrar y al mismo tiempo el más valioso.



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Sobre Pionero Este usuario se registró antes del 24/11/2025. Bruna Telles

Profe de Literatura, amante del mar, de la escritura y las plantas (aunque se me mueren).

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