— EDITORIAL —

Chito de Mello (1947 - 2020)

Publicado el 03/12/2025 a las 12:14 · por Carlos Enrique de Mello · 4 min de lectura

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Más allá de toda la vasta información que se puede buscar y encontrar en la Web acerca del cantautor Eugenio (Chito) de Mello, quiero hacer un aporte personal desde mi mirada y amistad con el mismo, así como la de otros dos poetas fronterizos, que ya mencionaré. Lo vine a conocer ya de veteranos los dos, en un festival que organicé en mi calidad de Presidente de la Agrupación Universitaria de Rivera, (AUR) en una bastante insólita unión de esfuerzos con la Universidad de la República, (UDELAR) y la Intendencia Municipal de Rivera (IDR) allá por la década de los años noventa.


A los distintos talleres que se celebraban con académicos de las distintas áreas universitarias en el predio de Curticeiras, se sumaba un escenario donde desfilaban los más destacados exponentes del canto popular uruguayo, como Carlos Benavides, Pablo Estramín, Eustaquio Sosa, así como exponentes del arte payadoril como el destacado repentista Juan Carlos López. Fue en medio de esa variopinta mixtura de artes y saberes que oigo que un cantor desde el microfóno pronuncia mi nombre en medio de una canción. Lo esperé al pie del escenario a que bajara para darle un abrazo a modo de presentación entre dos que nos conocíamos de nombre, y yo a él de su fama de guitarrero, pero a quien nunca había escuchado como cantor. De allí nos fuimos a una de las cantinas improvisadas del festival, a tomar unas “birundela”, me dijo. Y a partir de allí nunca más dejamos de encontrarnos para celebrarnos como amigos, y según yo como parientes. Aunque él siempre me dijo que el mejor, y tal vez único parentesco que teníamos, era el de la guitarra.

Cuando me regaló su primer disco, grabado en poco más de una hora en un estudio local en Rivera, me di cuenta que estaba ante un fenómeno absolutamente excepcional. La historia de la grabación de ese disco la tiene que contar el Betito Araújo y es imperdible. Y las aproximaciones a su genialidad única hay que pedirle a Ernesto Díaz o a Fabián Severo que nos digan alguna cosa como las que transcribo, de estos dos poetas artiguenses. Dice Díaz: “Vino de un lugar singular, de un espacio de la cultura nacional vilipendiado institucionalmente, bastante negado por el Estado: Chito de Mello era de Rivera, de la capital, incuestionable, de ese accidente histórico, de ese conflicto tan bello llamado “frontera”. Es el cantor que más ha encarnado lo contestatario de ser de un lugar que no es lo que el paradigma nacionalista espera. La frontera fastidia y fascina. Y como si fuera poco para florearse en el tema, la frontera más cruda, la de su rabia dolida, es la del hambre heredada, la piramidal, la de las que quieren progreso sin la alteración del orden jerárquico. Chito es la belleza del conflicto, la ternura rasposa, la verdad incipiente de quien sufre pero ni sabe llorar. Basta escuchar una canción para notarlo, de cualquier disco, en cualquier grabación: tiene la fineza y el caudal, cual Clementina de Jesús; la honestidad y deuda con la cultura propia, cual Violeta Parra; la seriedad y el rigor artísitico de un Yupanqui. Como dice Rubén Olivera: no se equivoca nunca de ser quien es.”


Y Severo lo pinta de esta forma: “Es un bagacera que solo canta eses bolazo” me dijo el vendedor de discos, en la feria de la línea divisoria en Rivera, allá por el 2010, cuando le pregunté si tenía discos del Chito de Mello. Es así, el Chito no es unanimidad, Algunos creen que es un bagacera, otros creemos que es el principal poeta de la frontera. Cuando lo conoci, cuando fui a probar su guisito con arroz con hojitas de menta, cuando actuamos juntos, descubrí que estaba junto a uno de los artistas más auténticos que conocí, consecuente consigo mismo, que se mostraba tal y como era. No le importaban la fama, los discos, la prensa, los reconocimientos. Su compromiso era con el arte. Y esa puede ser la razón de su poética combativa, su tono de denuncia, su protesta, sus manifiestos sobre la cultura popular fronteriza. En un mundo de fotocopias, cuando uno se encuentra con el original, se deslumbra, se enamora, se arrodilla.”

Foto de Carlos Enrique de Mello

Escrito por Carlos Enrique de Mello

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