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La otra cara del baby fútbol uruguayo: El peso invisible sobre los hombros pequeños

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Publicado el 21/05/2025 a las 00:00 por Esteban Rodrigues

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Soy de esos que con la pelota nunca fue el mejor, pero me defendía (la mayoría de las veces), pero nunca dejó de fascinarme el fútbol. Todo lo que significa para un uruguayo hace que sea mucho más que un deporte, y en mi vida no es la excepción. El fútbol para nosotros es identidad, es cultura, es pasión heredada y es, para muchos, la historia de superación que todos queremos contar.

¿Cómo hago yo para formar parte del deporte sin ser un jugador? Y como no, me fasciné con la Psicología en el deporte. Es ahí cuando uno entra de lleno y conoce la grandeza y jerarquía que tiene el baby fútbol de nuestro paisito, donde tenemos más de 680 clubes que cuentan con estas categorías, y un total de más de 80 mil niños y niñas (Organización Nacional de Fútbol Infantil - ONFI 2024). Un universo completo donde se mezclan sueños, proyecciones y, desafortunadamente, también presiones desmedidas.

Es sabido que Uruguay para muchos funciona como cantera de jugadores o, más bien, personas. Donde nacen cracks pero se van por unos dólares y un par de promesas. ¿Qué hacen nuestros niños con esa fama uruguaya? Donde todas son historias parecidas, marcadas por pelearla y alcanzar la máxima grandeza, donde no solo hay dinero, sino pasión. Pero más importante aún, y es a donde quiero llegar, ¿qué hacemos nosotros con esa fama de cantera? Nosotros adultos, padres, madres, hermanos, etc. ¿Vemos a un niño o la posibilidad de una vida mejor?

Es muy común ir a la cancha y escuchar a adultos en las tribunas gritando, insultando al juez, al técnico, a otros padres, ¡a niños! Los fines de semana, cientos de canchas se llenan de gritos y presiones que poco tienen que ver con el disfrute del juego o el aprendizaje de valores. La violencia verbal normalizada se convierte en el telón de fondo de lo que debería ser una experiencia formativa. ¿Qué le transmitimos a los más chicos? ¿La única salida es esa? ¿"Enorgullecer" a mamá como hizo nuestro ídolo de la cancha? Solo el 1% de los niños del baby fútbol llegan a ser profesionales (“Futbol Infantil: ¿deporte o salvación?”, de Alejandro Grobert), y podemos reducir aún más ese número hablando de los que logran llegar a las grandes ligas.

Los referentes exitosos como Suárez, Cavani o Valverde se convierten en modelos casi mitológicos, pero olvidamos mencionar el inmenso sacrificio, las condiciones excepcionales y la cuota de suerte necesaria para llegar a donde ellos llegaron. Esta visión sesgada del éxito deportivo genera expectativas irreales que pesan sobre los hombros de niños de apenas 8 o 9 años.

Entonces, ¿qué pasa cuando no llega a primera? Un niño que no concebía otra realidad como adulto que no fuera esa. Ese niño al que convencimos que iba a ser profesional hoy como adulto tiene que salir adelante con una vida totalmente opuesta a la que esperaba. La frustración, la sensación de fracaso y la falta de herramientas para enfrentar caminos alternativos pueden marcar profundamente su autoestima y su capacidad para construir un proyecto de vida distinto.

Cuidemos a nuestros niños, ninguno merece heredar metas inalcanzables de adultos frustrados. El fútbol puede y debe ser una escuela de vida, de valores, de trabajo en equipo y superación personal, pero nunca una carga que limite el desarrollo integral de nuestros pequeños. Como sociedad, tenemos la responsabilidad de ofrecerles espacios seguros donde el juego siga siendo juego, donde el deporte sea formativo más allá del resultado, y donde cada niño pueda construir su identidad sin el peso de tener que "salvar" económicamente a su familia o cumplir sueños ajenos.

El verdadero éxito del baby fútbol uruguayo no debería medirse por cuántas estrellas mundiales produce, sino por cuántos ciudadanos íntegros, resilientes y felices forma en el camino.

[ESTO SOLO ES UNA OPINIÓN QUE INVITA AL LECTOR A INTERACTUAR CON LA MISMA]

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Esteban Rodrigues

Riverense. Estudiante de la Licenciatura en Psicología. Apasionado por las ciencias humanas y el fútbol.

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