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El fútbol como nuevo puente entre Oriente y Occidente

Publicado el 04/06/2025 a las 16:00 por Gabriel Bengoechea

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Hay momentos en los que el fútbol trasciende la cancha. Momentos en que los goles se convierten en símbolos, los estadios en vitrinas diplomáticas y las camisetas en banderas de algo más grande. En los últimos años, hemos sido testigos de uno de esos momentos: la creciente influencia de jeques árabes en la industria futbolística global. Lejos de ser solo una cuestión de dinero, este fenómeno plantea preguntas culturales, geopolíticas y económicas que transforman no solo al deporte, sino también a las sociedades que lo consumen y lo viven.

El poder que llega con turbante y chequera

La entrada de capitales del Golfo Pérsico al fútbol europeo comenzó como una curiosidad, pero hoy es un hecho consumado. Clubes como el Manchester City, propiedad de Emiratos Árabes Unidos, y el Newcastle United, comprado por el fondo soberano de Arabia Saudita, son solo la punta del iceberg. A esto se suma la creación y expansión de la Saudi Pro League, que ha fichado estrellas como Cristiano Ronaldo, Karim Benzema y N’Golo Kanté, bajo cifras multimillonarias.

¿Pero qué buscan estos inversores? No es solo rentabilidad financiera. Es, sobre todo, poder simbólico y legitimación internacional. Los jeques no están comprando goles; están comprando reputación, prestigio y un asiento en la mesa de los grandes.

El fútbol como estrategia de soft power

Lo que estamos viendo no es un simple capricho de ricos entusiastas del deporte. Es parte de una estrategia calculada de soft power, es decir, influencia no a través de la fuerza militar o la presión económica, sino mediante la cultura, el entretenimiento y los símbolos.

Qatar organizó un Mundial con aire acondicionado en el desierto y obligó a millones a mirar su bandera. Emiratos transformó al City en una potencia global con imagen impecable. Arabia Saudita lanza campañas para posicionarse como futuro anfitrión de una Copa del Mundo. Todo esto construye una narrativa: “Somos modernos, estamos abiertos al mundo, somos parte de la conversación global”.

El fútbol, entonces, es el nuevo idioma universal. Y los jeques, sus filólogos más astutos.

Choque (y fusión) cultural

Este proceso, sin embargo, no está exento de tensiones. Mientras en Europa o Sudamérica el fútbol nació de los barrios, con una carga identitaria y popular muy fuerte, en Medio Oriente se lo ve más como un producto, un espectáculo que refleja status y progreso.

El club que para un hincha es herencia familiar, para un fondo árabe es una herramienta de diplomacia. Esta diferencia puede parecer escandalosa para muchos, pero también abre una puerta fascinante: la posibilidad de una fusión cultural real. De un lado, la pasión tribal. Del otro, el refinamiento estético y estratégico. Juntos, pueden crear un fútbol más diverso, global y complejo.

Claro, siempre que la identidad no sea arrasada por el capital.

¿Y si los jeques miraran al Sur? El caso hipotético de Uruguay

Ahora, pongámonos creativos: ¿qué pasaría si una inversión de este tipo llegara a Uruguay?

Supongamos que un fondo saudí compra un club tradicional como Peñarol o Nacional, o incluso crea desde cero una franquicia en el interior con infraestructura de primer mundo. Los impactos serían múltiples:

Positivos: - Infraestructura de calidad mundial: estadios, centros de entrenamiento, academias juveniles. - Exportación de talento con mejor formación y visibilidad internacional. - Turismo deportivo: hinchas, scouts, prensa especializada, todos mirando hacia el sur. - Intercambio cultural: proyectos conjuntos, experiencias multiculturales, apertura a otras lógicas organizativas.

Negativos o riesgosos: - Pérdida de soberanía emocional sobre los clubes. - “Desuruguayización” del fútbol: si la identidad local es reemplazada por una lógica externa. - Instrumentalización geopolítica: que Uruguay pase a ser una ficha más en el tablero global de poder blando.

Pero si el proceso se gestiona con inteligencia, podría ser una forma de descentralizar el fútbol global, haciendo que el sur también juegue en las grandes ligas, sin perder su esencia.

Más que fútbol: economía, empleo y desarrollo

Las inversiones árabes no se quedan solo en lo deportivo. A menudo vienen acompañadas de convenios, inversiones en infraestructura, creación de empleos, acuerdos turísticos o comerciales.

Así como el Mundial de Qatar movilizó sectores enteros de la economía, una inversión seria en Uruguay podría beneficiar no solo al club, sino al país. Esto es especialmente valioso para países que, como el nuestro, combinan talento humano con limitaciones estructurales.

Claro que no todo lo que brilla es oro: sin marcos regulatorios, transparencia y planificación estratégica, estos capitales pueden irse tan rápido como llegaron.

Reflexión final

Decía Marco Aurelio, emperador y filósofo estoico:

“Nada de lo que es verdadero teme ser cuestionado. Y nada de lo que es falso sobrevive a la mirada crítica.”

En este contexto, su frase es una brújula. El fútbol está cambiando. Y está bien que lo cuestione quien lo ama. Pero también está bien reconocer que lo verdadero —la emoción, la identidad, la comunión colectiva— no desaparece con los petrodólares. Sobrevive, se adapta y, en el mejor de los casos, florece.

El desafío es no ser espectadores pasivos de esta transformación, sino actores críticos, creativos y conscientes. Porque el fútbol, como toda cultura viva, no muere al transformarse: muere cuando deja de importar.

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Gabriel Bengoechea

Estudiante de Ingeniería en Logística, explorador del futuro. Apasionado por la tecnología, la sostenibilidad y cómo lo cotidiano puede transformarse con inteligencia y visión.

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Comentarios

Esteban

04/06/2025 16:13

Lo mejor que le puede pasar al fútbol es una "diversificación" de su calidad.

Anónimo

05/06/2025 14:56

Excelente artículo

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