Cómo sobrevivir en un mundo manipulado por el poder
Publicado el 21/07/2025 a las 17:00 por Lucas Olivera

Vivimos en un mundo donde el poder define las reglas. Desde el jefe en el trabajo, los profesores en la escuela, los líderes en los círculos sociales, hasta los verdaderos líderes que controlan la economía global, quienes tienen poder moldean las vidas de los demás. ¿Cómo sobrevivir en un sistema así? La respuesta, aunque simple, es cruel: jugar el juego según las reglas que nos imponen.
La realidad es que no tenemos el poder para cambiar estructuras tan grandes como la economía global. Nuestras decisiones, aunque valiosas, tienen un impacto muy limitado. Por eso, muchas veces la mejor opción es adaptarnos, tomar decisiones dentro del marco que nos presentan aquellos con mayor influencia y adecuarnos a lo que dictan. Si esto no se hace, como lo explica la ley número 1 del libro "Las 48 leyes del poder", puede costarnos todo lo que nos esforzamos en conseguir.
Pero, ¿qué significa realmente “jugar el juego”?
El poder no es algo que alguien posea por naturaleza, lo otorgamos nosotros. Cada vez que aceptamos una orden, seguimos algo que nos dicen o validamos una idea, estamos cediendo poder. Tomemos a Donald Trump como ejemplo: su influencia es tan grande que una sola declaración suya puede hacer que el dólar suba o baje. ¿Por qué? Porque alguien le dio ese poder. Sus palabras mueven mercados porque, colectivamente, se ha decidido que tienen peso.
Esto demuestra que el poder es, sin duda, el arma más fuerte que existe. Bien usado, puede transformar vidas para mejor; mal usado, puede generar caos.
La clave está en ser conscientes de a quién le otorgamos ese poder. Elegir mal puede llevarnos a un punto donde recuperarlo sea casi imposible, un proceso que requiere tiempo, esfuerzo y, en muchos casos, un costo que pocos están dispuestos a pagar.
La pregunta no es solo cómo sobrevivir en este mundo manipulado por quienes tienen poder, sino cómo enfrentarlo de forma inteligente, sabiendo que cada decisión cuenta. Porque, aunque el juego esté diseñado por otros, aún tenemos la capacidad de elegir, es precisamente por esa razón que nuestras decisiones deben ser bien pensadas: porque esas mismas decisiones, si son acertadas, pueden llevarnos a tener ese poder y a dictar las reglas que deseemos, sea cual sea el ámbito en el que estemos.