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Pardo

Publicado el 06/06/2025 a las 15:00 por Mariana Olivera

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La pampa te causaba dolor en los ojos por el inclemente sol de media mañana. El aire particular de ese horario corría fresco a pesar de la promesa de un calor abrasador tan solo horas después. Los peones tomaban mate en su propio rancho, a la sombra de un paraíso, intentando llenar un tiempo que sería tan provechoso en mejores épocas.

—Pa' Flavio, tenés que cuidar más a tus bichos; acaba de pasar una culebra ahí.

—¿Qué culebra ni culebra? Aquello era una culebra, se ve a kilómetros. Tiene la cabeza redondita. —Tomó hasta la última gota del mate, arregló la bombilla y se la pasó.

—Viste que no es palanca de cambio como para que andes revolviendo.

—Guampudo. —Ambos sonrieron.

—Volviendo al tema. Yo le dije a Juan: "Cuidado con las yaras y las corales que andan por todo este lado". El tarado me miró de arriba abajo y se fue a buscar los yuyos nomás, más aún después de lo que pasó con el potranquito.

—No me hables de eso, qué pecado. Dios tuvo piedad, al menos de él, esta temporada; imagínate qué barbaridad.

—Sí, viste, todo un tema. Pero por suerte lo salvaron. Precioso animal. Pardito como el padre, ni una mancha de la gateada.

—Se salvó de puro asco. —A Flavio lo interrumpió Edison.

—Entonces, mijo, tenga cuidado con las culebras, que si mata a un potranco, a usted, con lo flaco que está, lo hace nianga.

—Che, a Juan le pedí unos yuyos, no medio monte. —Dijo, obviando el comentario.

Vieron a tres lagartos estirando las patitas bajo el sol de la mañana, cómodos en el pasto, camuflados.

Flavio acarició la faca apenas con los gruesos dedos.

—Como tá’ pa’ un guiso.

—No seas maldoso; no voy a andar matando bichos que se crucen.

—Tampoco es que estos tiempos nos estén ayudando. Ni curtiéndote la piel alcanza. Suerte que las gallinas no comen recién.

—Tiempo bueno pa' hombre trabajador, solo siendo estanciero.

—Estanciero se nace; que me digan lo contrario los ricos culo lleno. Tiempo bueno pal' gaucho, solo cuando era ilegal. —Le dio otro sorbo al mate—. Esta mierda está fría. —Agarró un bizcocho seco y lo puso en su boca, dejando la barba por completo llena de migas. Hizo mala cara ante el sabor de la masa.

—Sí, igual viste que tenés razón; esos bichos se comen a las yaras.

—Pero qué pesado que sos. Voy a ir a buscar a Juan, que no hay nada de él todavía. —Se medio levantó de la silla con un quejido.

—¿Qué mierda?

Un caballo, pardo en su totalidad, trotaba sin jinete desde el monte por la pampa.

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Mariana Olivera

Me dedico a la ilustración y pintura, aunque inevitablemente escribo sobre todo aquello que me interpela. Estudiante de la UdelaR en Comunicación y Artes Digitales.

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Comentarios

Anónimo

06/06/2025 15:43

Me encanta esa forma de escribir

Anónimo

06/06/2025 16:18

Tremendo

Anónimo

06/06/2025 18:13

Impresionante este texto

Anónimo

06/06/2025 18:38

👏👏👏👏👏👏👏👏

Flor

06/06/2025 18:51

Muy bueno

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