Volver a estar: la revolución de la calma en un mundo hiperproductivo
Publicado el 17/09/2025 a las 20:00 por Roger Sánchez

En épocas donde se evita cada vez más el estar presente, disfrutar lo cotidiano, lo simple, habitar los silencios, pero silencios de verdad, de esos donde no hacés nada. ¿Cuándo fue la última vez que te sentaste a no hacer nada? Nada, eh. Agarrás un libro y ya estás pensando: “uf, a ver cuánto falta para terminarlo”. O viajás a Europa y comés comida enlatada porque “está caro” o igual que en tu país. ¿En serio?
Hay gente que le gusta más haber hecho las cosas que hacerlas, para poder contarlas o mostrar en redes, que hoy pesa más que estar, que disfrutar y encontrarle un sentido al proceso. Parece que la vida y el tiempo se nos pasa volando entre los que hacen y los que quieren hacer, y nos olvidamos de ser.
Como dijo alguien por ahí, el deseo dice más de vos que lo que sos realmente. Pero igual te cruzás con esos que te preguntan: “¿qué estudiaste?” y te tiran: “Ah, eso es fácil, es un cursito, ¿no? Está bueno, voy a ver si lo hago” (pensando por dentro: si este perejil gana plata haciendo eso, debe ser una boludez).
Pero volvamos al punto: estar presente. Basta de esta obsesión con la productividad, con que todo tiene que “servir”. Ya no sabemos aburrirnos, loco. Necesitamos esa dopamina de contar pasos con el relojito, reseñar películas, marcar los lugares donde fuimos, calcular calorías (bueno, esto último sirve un poco más, ja). Todo medible, todo para mejorar. Pero, ¿y si no todo necesita un objetivo? A veces, las cosas son y punto.
Estamos en un cambio constante, como decía Darwin (sí, el de la evolución, no Núñez). Sobrevive el que se adapta, pero no se trata de cambiar terapia por ChatGPT; es cambiar y volverse productivo con uno mismo.
Todo pelea por tu atención: el celu, las notificaciones, la vida digital. Intentá ver una peli sin tocar el teléfono dos horas. ¡Es una misión imposible! Nos volvemos menos introspectivos, no entendemos qué nos pasa. Y encima, para cosas re personales, buscamos respuestas en Google o en ChatGPT en vez de mirarnos adentro. Escuchame: necesitamos estar presentes, conectar con nosotros mismos, con nuestra cabeza, nuestro cuerpo. Las personas fuertes que conozco no nacieron así, se laburaron un montón para ser conscientes de lo que hacen y sienten.
Pero, ¿cómo llegás a eso si esquivás lo que te pasa? La calma, amigo, la quietud, revela todo. No todos estamos listos para enfrentarla, pero es clave. En un mundo que te empuja a producir como loco, parate un segundo y sé productivo, pero para vos mismo, con tu cuerpo, con tu integridad, con tu mente: esa productividad de conocerte y serte fiel en lo que decís, hacés y pensás. Desde ahí, vas a ser más empático en el laburo, vas a bancarte mejor las frustraciones, vas a poder aconsejar a tu hijo, a un amigo o entender a tus viejos.
Estar presente y ser productivo no discuten, pero siempre arranca desde adentro hacia afuera. Si no, ¿qué sentido tiene?