Con ojos de Facu
Publicado el 07/07/2025 a las 17:00 por Dahiana Fripp

Yo soy Dahiana, soy maestra, directora, madre, madrastra (de las buenas), soy también hija, amiga, novia y madrina.
Entre tantos roles, hoy les voy a compartir uno de estos que seguro les tocará el corazón.
Ser madrina, para cualquier mujer, genera un torbellino de emociones. Que los papás (me refiero a ambos adultos referentes) te elijan para acompañarlos, ayudarlos y contenerlos en la difícil tarea de la crianza de su tesoro, es un privilegio.
Pero aún más emocionante es si el propio crío te elige por libre y espontánea voluntad.
Esa es mi historia.
Hace casi 5 años, un viaje nos encontró. Teníamos amigos en común que iniciaban una empresa de viajes y nos fuimos en familia a Federación.
Facu estuvo pegoteado a mí todo el viaje y yo a él.
Se tornó el mejor compañero, siempre pronto para una charla, una caminata, una salida nocturna y toda actividad que permitiera disfrutar, disfrutar y disfrutar.
Y una tarde, antes de nuestro regreso, me tomó del brazo y me dijo:
“¿Querés ser mi madrina?”
¿Pueden imaginarlo? Él me eligió y, como un pedido de casamiento, sellamos un compromiso para siempre.
¿Pero qué tiene de especial esta historia? Lo especial es mi ahijado.
Creció normalmente en el útero de su mamá, pero al momento de su nacimiento, una mala decisión médica hizo que tuviera un paro cerebral, con grandes secuelas.
Los idóneos en el tema dijeron que nunca caminaría y que nunca hablaría.
Como en un cuento clásico, las hadas del mal anunciaban una vida de limitaciones y amarguras.
Pero Facu estaba en los brazos de una leona que luchó para que saliera adelante.
Wilson y Valeria fueron el soporte perfecto: viajaban a Teletón, gastaban lo que no tenían en rehabilitación y cuidados.
Poco a poco, Facu comenzó a balbucear y a caminar con andador, y con el paso del tiempo, sus pasos se fueron tornando más equilibrados y seguros.
Las vueltas de la vida son mágicas.
Facundo tenía que comenzar la escuela.
La madre, llena de miedos e incertidumbre, se acercó a la escuela del barrio.
¿Será que, si decía la verdad sobre la condición de su hijo, no lo rebotarían?
Valeria dijo: “Tiene un pequeño problemita motriz”.
Ese día yo estaba en dirección haciendo inscripciones.
¿Lo pueden creer? ¡Sí! Yo tomé su inscripción sin saber que ese niño sería parte de mi vida.
Facu hoy tiene 19, estudia Ingeniería en Sistemas, es amante de las reuniones familiares, me escribe poemas hermosos y acepta cuando lo rezongo por algo.
Siempre está pronto para poner dos trapos en un bolso y hacer carretera.
Ama viajar, usa las camisetas que le regalo hasta que quedan transparentes de tanto lavado, siempre tiene una palabra positiva para todo, se queja lo mínimo y necesario, hace gimnasia y continúa su rehabilitación psicomotriz, ama festejar sus cumpleaños y el de los demás, tiene un ojo biónico y las palabras más lindas.
Obvio, quiere tener una novia, un trabajo y una vida exitosa, ¡y seguro lo va a lograr!
Si lo quieren conocer, síganlo en su Instagram: @facumederossosa23
(También tengo 2 ahijadas más que adoro: Noe, que hoy tiene 25, y Coti, de 2 años, a quienes también…)
Facu es un ejemplo de vida… uno de los más lindos que he visto.
Si los adultos y jóvenes vieran sus días con ojos de Facu, empujarían la vida con otras ganas.