El que madruga, pierde
Publicado el 09/06/2025 a las 12:00 por Carina Ernst

La forma técnica y pomposa de hablar no suele ser la mejor, diluye el mensaje y le quita impacto. Por eso los técnicos suelen perder cuando los pones a vender, y los buenos vendedores hablan con simpleza, pero con una cercanía casi familiar que hace que les quieras comprar, porque te cuentan esa historia que, desde tu cerrada rutina, es cómoda, tentadora y deseable. Y tú compras.
Compras desde la ignorancia de creer que algo es fácil y sencillo, y que todos los rubros y lugares son iguales a tus puntos de vista. Evitas, casi inconscientemente, mirar los distintos ángulos, porque la verdad, la cruda realidad que pincha la burbuja de la mentira, duele. Duele aceptar que el verdadero patrimonio y riqueza no se logran por “igualdad”; se logran cuando alguien esforzadamente trabaja por lo que quiere, por su bien y el de los suyos, madura sin excusas y trabaja, enfocado, con un objetivo.
La riqueza nunca se construyó de lo que se “reparte equitativamente”, porque eso crea la desigualdad real. Eso es lo que, en efecto, desequilibra la balanza social y crea generaciones tan ignorantes de factores clave, y exigentes de lo que no merecen, excusadas en que esa exigencia es un derecho.
Y el derecho sobre un bien o capital propio es la facultad que tengo sobre ese algo que pertenece a mi persona, algo constituido y adquirido en base a mi esfuerzo y trabajo. Entonces... ¿por qué debe de venir un tercero a quitarme gran parte de esa construcción para darlo a quien no sabe lo que es esforzarse ni dedicarse? Quédate con esa pregunta porque irrita, molesta y te hace pensar... Y analiza si tú no eres parte de los que promueven, casi por costumbre y automatización, ese reparto “igualitario” y abusivo.
Quizás aun no lo notes, quizás aun lo ignores o quizás ya lo sabes, pero no quieres mirar cómo se va cocinando el complejo panorama de los siguientes años. Insisto en que comiences a observar cómo se castigará al productor y al gran capital. Pero, sobre todo, estate atento a cómo eso repercutirá en la gran ciudad, cómo subirán los precios y los costos, y las causas se atribuirán a factores superficiales.
Hay que mirar las raíces de los problemas y no solo la superficie y los resultados aparentes; aprender a observar, y quizás, si eso cambia, también cambie la mentalidad de que madrugar no funciona.