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Vida y Sociedad

El scroll infinito y la muerte del pensamiento

Vida y Sociedad

Publicado el 01/09/2025 a las 20:00 por Sofia Inthamoussu

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Me puse a leer un libro de filosofía y me perdí. Había un concepto que no entendía, entonces lo googleé. Y ahí me perdí todavía más: terminé quince minutos saltando de una red social a otra, sin pensarlo. Cuando volví al libro me di cuenta de la trampa. Y me pregunté: ¿qué hubiera pasado si la tecnología hubiera existido antes? ¿Hubiéramos tenido tantos pensadores, tantos filósofos? Probablemente no. Quizás existirían más selfies, más influencers hablando de sus ex o más challenges peligrosos y carentes de sentido.

Aunque, claro, los filósofos tampoco tenían “el” sentido. Nunca llegaron a respuestas definitivas. O sí: la respuesta era que no sabíamos nada, que la existencia era compleja, difusa, casi imposible de abarcar. Y, sin embargo, ahí está la diferencia: ellos sabían que no sabían. Hoy, en cambio, todos creemos que sabemos todo. Lo dice Olga, lo dice Rolón, lo dice Nati Jota. Son expertos en filosofía, moral, amor, voluntad. Vivimos en la era de los sabedores instantáneos.

Algunos dicen que los antiguos pensadores tenían “tiempo al pedo”. ¿Nosotros no? Lo tenemos. Solo que lo usamos en tres horas de TikTok o en un stream. Y me pregunto: ¿qué pasaría si volviéramos a pensar? Si en vez de anestesiarnos, volviéramos a mirar las estrellas, a discutir, a hacernos preguntas imposibles.

Yo entiendo: la existencia es dura y el mundo es hostil. Yo también escapo de él mirando reels. Pero algo se pierde. Existirían más preguntas, más peleas, más locuras, si no nos conformáramos con la comodidad. En cambio, preferimos que un Martín Cirio se convierta en dador de verdades. Y no, no estoy siendo moralista: la moral rígida no existe, es apenas un mecanismo que castra el instinto y el impulso. El problema es que ni siquiera vivimos desde el instinto: lo perdimos. Perdimos el impulso de vivir, la voluntad de estar en guerra con el mundo y con nosotros mismos.

Nos repetimos frases tibias como “odiar es de gente floja, amar es de fuertes”. Pero esa tibieza anestesia. Esa paz forzada nos vuelve dóciles, nos hace olvidar de quejarnos, de cambiar las cosas, de cuestionarnos lo básico y lo complejo. Nietzsche lo dijo con claridad: “no se permanece joven sino a condición de que el alma no descanse ni pida la paz. Se renuncia a la vida cuando se renuncia a la guerra”.

No hay que buscar la paz; hay que buscar la confusión. Querer saberlo todo o creer que lo sabemos todo no sirve de nada. La vida no se justifica, se vive. Y vivir es caos, azar, crudeza. Así es la existencia: cruda, caótica.

Y entonces, la pregunta no es si hay un sentido. La pregunta es: ¿qué vas a hacer con todo esto? ¿Vas a bailar la vida o vas a negarla?

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Comentarios

Agustin

01/09/2025 20:26

Fua, muy interesante el articulo

Anónimo

01/09/2025 21:06

👏🏻👏🏻👏🏻

Seba

01/09/2025 21:07

Mucha verdad

Elizabeth

01/09/2025 21:16

A veces a bailarla y a veces a negarla. A veces caos y a veces paz.

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