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Política y Opinión

Entre la dictadura y la realidad: Nicaragua

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Publicado el 20/05/2025 a las 00:00 por Alejandro Elgarte

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Antes de viajar a Nicaragua, muchas personas me advirtieron que no era buena idea. Algunos mencionaban la situación política; otros, la represión, la inseguridad o la censura. Las noticias que llegan desde fuera no son alentadoras, y es fácil construir una imagen temerosa desde la distancia.

Pero yo quería ver con mis propios ojos. No para desmentir ni confirmar nada, sino para entender cómo se vive el día a día en un país del que tanto se habla y tan poco se conoce desde dentro.

Lo primero que me sorprendió fue que entrar al país no es nada sencillo: semanas antes hay que solicitar un permiso especial al gobierno de Nicaragua. El proceso incluye formularios larguísimos y preguntas que se sienten más propias de una investigación policial que de un trámite migratorio.

El segundo desafío fue el extenso viaje por vía terrestre para ingresar al país. Al llegar, lo primero que vi fueron banderas del Frente Sandinista e imágenes del régimen de Ortega y su esposa por todas partes. En migraciones, un oficial poco simpático me recibió con una mirada desconfiada: parecía no entender por qué un estudiante uruguayo querría entrar a su país. Me sometió a una serie de preguntas, insistentes y detalladas. Tras idas y vueltas y unos 30 minutos de tensión, finalmente estampó el sello en mi pasaporte. Así comenzaba esta aventura, con la frase: “Bienvenido a Nicaragua”.

Pocos minutos después, y ya con los nervios más calmados, empecé a ver paisajes sacados de una película: volcanes, lagos, y gente muy amable. Llegué a León, una ciudad al norte del país, donde fui recibido con calidez durante los días siguientes. Mi visita coincidió con La Purísima, una festividad católica en la que quienes tienen más suelen compartir lo poco que tienen con quienes menos tienen. Fue una experiencia profundamente humana.

Sin embargo, en medio de las festividades, la alegría y las sonrisas, se sentía un miedo latente. El control del gobierno, ejercido a través de los llamados “sapos” (policías o aliados del régimen), se notaba. Imágenes, símbolos y estatuas del Frente Sandinista estaban por todas partes, recordando constantemente quién ostenta el poder. Y claro, la figura de Daniel Ortega era omnipresente. A pesar del temor, parecía haber un pacto tácito en la sociedad: no interferir con el gobierno a cambio de poder vivir en relativa paz. Tal vez por eso, muchos no se atreven a rebelarse frente a los abusos del régimen.

Fueron días de pocas fotos y de evitar llamar la atención. Hacia el final de mi viaje, me tocó estar en Managua, la capital, donde la presencia del gobierno se siente aún más. Una de las primeras sorpresas fue la gran cantidad de vehículos chinos, soviéticos y rusos. También vi personas rusas caminando, desorientadas, por las calles calurosas y vacías de la ciudad.

Cerca de la sede del gobierno, me encontré con la rotonda Hugo Chávez: un espacio que intenta mitificar a líderes de regímenes aliados como el de Venezuela. Es también un lugar simbólico, donde solían surgir protestas, y que hoy está fuertemente custodiado por militares con fusiles automáticos, como si se tratara de una zona en guerra. Lo que observé durante esos días me tomó semanas procesar. Fue una realidad completamente distinta a la que estoy acostumbrado. Me hizo valorar profundamente la democracia sólida que tenemos en Uruguay, y me reafirmó la misión de rechazar cualquier actitud o situación que pueda llevar a nuestro país por un camino similar. Ya saliendo de Nicaragua, un oficial me miró serio en el control migratorio y me preguntó:

—¿Eres del país de Diego Forlán?

Selló el pasaporte. Y así terminó este capítulo, cargado de preguntas, contrastes y aprendizajes.

Foto de Alejandro Elgarte

Alejandro Elgarte

Joven profesional riverense con experiencia en liderazgo, gestión pública, desarrollo de programas educativos y ejecución de proyectos con impacto social. Comprometido con el fortalecimiento de comunidades y el desarrollo sostenible desde una visión estratégica e innovadora.

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